Lugar de interés
Plaza de Abastos. Mercado de San Blas
tipo de documento semantico attraction
Pocas veces los mercados forman parte de la historia, del turismo y de la vida de la ciudad como el Mercado de San Blas. En sus paredes se guardan historias y se esconde el latir de la ciudad, un mundo lleno de olores, sonidos, texturas, colores y formas, en el que se intercambian no solo mercancías y productos, también chismorreos, consejos y saludos.
El Mercado de San Blas de Logroño aúna la belleza arquitectónica de su mercado con una oferta culinaria apetitosa. Pescados, hortalizas, frutos secos, especias y chacinas son algunos de los productos que distinguen a cada uno de los puestos de este mercado dotándole de una personalidad propia que cambia de sabor cada temporada.
Tradición y profesionalidad son las cualidades de nuestros comerciantes, lo que los convierte en especialistas en todos los sectores de la alimentación del producto fresco y en todos los productos de alimentación que se ofrecen en el mercado.
En 1928 se encarga el proyecto de una nueva plaza de abastos al arquitecto Fermín Alamo, que se encontraba en el mejor momento de su carrera profesional, inagurándose el mercado en diciembre de 1930.
El emplazamiemto era el mismo que el de la primera plaza de abastos, sobre la iglesia de San Blas, comprendiendo cuatro calles principales. Se proyecta con sótano, planta baja, entrepiso y piso, con acceso por cada una de las cuatro fachadas. La fachada principal se abre a la calle Sagasta, con un cuerpo central y un torreón a cada lado, que rematan en sendas torres de forma cuadrangular que apoyan en nucleos de tres columnas cada una.
Para la decoración de la fachada se emplean columnas, diferentes tipos de arcos que albergan grandes ventanales y materiales tales como: hormigón armado, hierro, crista, ladrillo y cerámica vidriada; la fachada se repite en la calle Gallarza eliminando los torreones.
Las fachadas secundarias a las calles Hernanos Moroy y del Peso, las realiza mediante una sucesión de arcos angulares adintelados, adornados con ladrillo rojo. Utiliza para la separación de los piso frisos de hormigón armado, en los que aparecen relieves alusivos a la función del edificio: entre la planta baja y la primera planta se ormanenta con temas vegetales, con cestos de verduras y frutas, y entre el primero y segundo piso mediante peces, aves y corderos.
La combinación de materiales y formas y elementos de diferentes tendencias, confiere al edificio un carácter ecléctico, al que el arquitecto llega como fruto del trabajo desarrollado en obras anteriores.
En 1987 el edificio de la plaza de Abastos fue objeto de una afortunada restauración. Desde entonces y en diferentes años, va adaptandose a los tiempos actuales con ascensores de carga y para el publico en general
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